Friday, September 10, 2010

2010 Danilo Dueñas @ FIX University Campus


La Vitrina Abierta

la vitrina de lugar a dudas presenta al artista invitado Danilo Dueñas con la obra
La vitrina abierta.

Hasta el 29 de septiembre.
horario: 11 a.m. a 8 p.m.

La Vitrina Abierta
Danilo Dueñas

La Vitrina Abierta

la vitrina de lugar a dudas presenta al artista invitado Danilo Dueñas

"Soy el instalador?

Abajo con ilusionismos pictóricos!

La Vitrina se encuentra abierta, completamente abierta a las inclemencias del clima, los posibles visitantes y la fuerza de la razón.

La gravidez del pintor. Tres puertas, una primera que sirve de entrada a la vitrina y encontrada como luz, como pintura sobre una superficie lisa de metal. Pero distinta de las paredes blancas de la pequeña sala, del blanco que arropa el exterior, del blanco que es la luz. Las otras dos puertas, aún por aparecer allí como ofrecimientos que el mundo otorgará y que se erigirán como velas, como óleos sobre tela, pero no óleos, ni telas, sino como pleno color de esmalte pesado, metálico, pero movible. Las tres puertas se moverán sobre sus bisagras que las anclan a la pared y nos asegurarán cambios de composición dentro de La Vitrina. Ni el artista sabe qué es aquello que plantearán, ni cómo se abrirán al mundo que espera, ni cómo se establecerán ante la visión de quien las observa..."

Danilo Dueñas, 2010.

Desde el 9 de septiembre hasta el 29 de septiembre



Fernando IX University

Imágenes de Danilo Dueñas


Escrito por Jaime Cerón

La arquitectura se ha vuelto paulatinamente el límite lógico de la obra de Danilo Dueñas. Sus últimas exposiciones han resaltado una característica notable, latente en su obra anterior, y es la concepción como proyectos de sitio específico. Todos los rasgos materiales que articulamos en nuestra percepción como un principio de imagen dentro de su obra, existen simultáneamente en una sola superficie: la del espacio físico que contiene sus muestras. Sin embargo esta superficie parece definirse por dos concepciones distintas del tiempo: una de ellas es la huella temporal del reflexivo proceso que ha llevado a que se configure cada una de sus piezas por separado, y la otra es la temporalidad expandida dentro el cual la percibimos y que se nos hace evidente por esa coincidencia de la materialidad de sus signos, como conjunto, con el contexto arquitectónico.

Esta doble condición de sentido que vemos aparecer en las imágenes, que mal llamamos abstractas, parece proceder de un momento ubicado incluso más allá del umbral del modernismo. Según las discusiones que se han argüido respecto a los trasfondos de ese momento histórico, se haría visible una estructura aún más atávica en torno a este doblez que se arraigaría en el siglo XIX o incluso antes. Las contiendas que llevarían al surgimiento de la sensibilidad moderna, tendrían que ver con las transformaciones de los conceptos de los sagrado y lo secular una vez que la producción artística se viera afectada por la revolución industrial en el XVIII. Los dos movimientos que parecieron heredar los efectos de esos dos campos fueron el simbolismo y el impresionismo.

Estos dos estilos parecieron contraponer sus intereses conduciendo a una fuerte convicción metafísica en el caso del primero y a un abierta vocación materialista en el caso del segundo. De esta forma los simbolistas veían una significación profunda en las imágenes proveídas por el mundo, mientras que los impresionistas asumían como su preocupación esencial el análisis de la manera en esas imágenes eran percibidas. Si los primeros estudiaron iconología, los segundos indagaron en fisiología óptica. Por estos motivos algunos autores como Rosalind Krauss, señalan que detrás de la retícula de un Mondrían, lógicamente hablando, desfila el entramado de una ventana simbolista disfrazado de la rejilla de un tratado de fisiología óptica.

Un poco más de un siglo después, esta paradoja no ha sido resuelta. Por lo tanto siguen apareciendo discusiones que presuponen en los hechos artísticos una función trascendente (profunda, relevante, verdadera) aun cuando a la vez se espere de ellos una determinada respuesta inmanente (estructural, aplomada, rigurosa). Por este motivo, una de las curiosas transformaciones a las que condujo el análisis moderno de la superficie pictórica fue que aun cuando la obra fuera concebida como una determinada proyección hacia un espacio lógicamente distinto a aquel en el cual experimentamos el mundo, existía materialmente como un objeto más dentro de él.

En la segunda década del siglo, este concreto interés en la dimensión objetiva del arte se complejizó, cuando los signos artísticos fueron perdiendo su centro y el arte comenzó a dirigirse a sus espectadores en “otros” términos. Es ahí cuando podemos hablar de un movimiento “entre el objeto a la imagen”, que supone a esta última como una proyección desde nuestro propio espacio hacia nuestra conciencia y no desde ella hacia un espacio ideal. Es ahí cuando muchos autores están de acuerdo en situar el origen de la, a veces no tan célebre, práctica de la instalación.

Cuando Danilo Dueñas produjo su exposición Espacio Liminal, pareció hacer hincapié en la manera como cada una de sus piezas constituyentes, sin importar si fueran “originalmente” concebidas para ella o no, extraían su sentido del conjunto. Este tipo de principio significativo es lo que suele denominarse como arte de situación, una condición subyacente a los proyectos específicos de sitio. En sus proyectos recientes este artista, pareciendo hacer honor a su apellido, se adueña de todo tipo de gestos materiales, (incluyendo incluso algunas de sus piezas anteriores) para conformar un tipo de situación que se articula eficazmente con los rasgos axiomáticos de la experiencia arquitectónica que caracterizan la sala de exhibición.

Dicho de una manera más sencilla, él ha encontrado que el espacio expositivo tiene una historia abstracta que contar, por lo que simplemente acopla a ella diferentes tipos de glosas (unas nuevas y otras no). Esta sumatoria lleva a que la obra exista simultáneamente en diferentes contextos perceptivos. En primer lugar debería mencionarse la forma en que cada “gesto pictórico” es visto como parte de la pieza, que se lee como globalidad. Esta pieza a su vez, es tomada como un hecho singular en relación con el conjunto producido con las demás piezas circundantes. Este conjunto igualmente se ve como una parte de la situación conformada por cada muro y los muros, finalmente, se comportan como unidades, que se insertan dentro de una situación global que es la muestra entendida como instalación. Este proceso de distanciamiento y reconfiguración de los problemas planteados podría compararse con los procedimientos característicos de la inteligencia, que según los entendidos involucra el ejercicio de ver cómo un hecho singular se inserta en un todo que se lee como hecho singular para otro todo mayor de forma sucesiva.

Lo interesante de la obra de Danilo Dueñas es la forma como ha asimilado a su trabajo todo el trasfondo de ideas que respaldan históricamente la formulación de la superficie pictórica como problema filosófico. Por este motivo sus obras siguen permitiendo complejas lecturas hacia dentro o hacia fuera de ellas, que hacen que veamos valor en sus piezas por separado o en las imágenes que éstas llegan a proyectar. Por estos motivos no es de extrañar que su trabajo sistemáticamente lo haya aproximado hacia una formulación cada vez más sofisticada de imágenes en el campo de la instalación.

Jaime Cerón, Crítico y curador de arte - Director de Artes Plásticas IDCT.



Fernando IX University

El artista Danilo Dueñas expone obras con polvo y objetos encontrados

El caleño sigue enseñando que el arte es posible hallarlo en un estante con mugre, en un zócalo descascarado o en una mesa adosada a la pared. "Uno abre cosas para que la gente vea", dice

La galerista Catalina Casas mira un armario de madera viejo, inclinado en medio de la sala de exposiciones y cubierto por una capa de polvo, casi una costra, acumulado durante décadas. Entonces le pregunta al artista Danilo Dueñas, responsable de esa obra de arte:

-En términos de conservación... ¿qué hacemos con el mugre?
- Hay que guardarlo así, porque así me lo mandaron -, responde el artista, con naturalidad.

La capa de mugre es otro valor estético en el trabajo de este colombiano, que ronda los 50 años, y cuyas propuestas e ideas hacen parte de colecciones tan prestigiosas como la Cisneros (literalmente, le vendió una idea, que consistía en pegar cintas en una pared, no la obra en sí).

Para él, poner un juego de lámparas de techo en el piso, quitar los zócalos y dejarlos expuestos, y abrir un roto en la pared, como lo ha hecho en la galería Casas Riegner, de Bogotá, para su exposición actual ('Un vuelo') son posibilidades estéticas que le ofrece el lugar.

¿Destruyó la galería? No tanto, pero sí le 'puso al revés' parte del primer piso, pues en otro salón dejó a la vista los pedestales y paneles de diverso tamaño que acostumbran usar para exponer cuadros y esculturas.

Con ellos hizo una instalación blanca con marcas por el uso, rayones y huellas de dedos. Luego la rodeó con una cinta para que no la muevan. "Parece una especie de iceberg cuando se desmorona", comenta el artista.

No es mugre, es arte

En el segundo piso están colgadas alrededor de 15 pinturas. No son las típicas sobre lienzo o papel sino trozos de madera que encuentra y dispone teniendo en cuenta la composición, como lo hace desde tiempo atrás.

Para él es importante mostrar su obra como otras facetas de objetos que han sido parte de lo cotidiano.

"Uno abre las cosas para que la gente vea", dice, mientras señala el zócalo y muestra el paralelismo de las puntillas y las líneas que forman los listones de madera con que está hecho el guardaescobas.

"En el armario se ven retículas (señala los espacios donde hay vidrios) y luego, cuando uno ve la llanta (junto al mueble), se conjuga el mundo del rectángulo con el del círculo...", explica.

Así que donde el común de los mortales ve un mueble viejo, Dueñas ve líneas, luces que lo atraviesan y sombras que crean figuras; donde otro aprecia una tabla mal pintada, él descubre los "dibujos" que una brocha hizo.

Uno se pregunta si, incluso con esa apariencia de señor buena gente y ordenando, 'se la fumaría verde'. "Usted no me va a creer, pero ni cuando tenía el pelo largo fumé marihuana. No la he probado en mi vida", dice, mientras sonríe un poco y agrega:

"En todo hay dibujo, hay formas de hacer arte que fueron inventadas por Rafael (en el Renacimiento) y se han repetido en Picasso y todos los artistas".

Por eso, en su obra no funciona el azar sino la experimentación que toma como base la historia del arte.

Así parezca lo contrario, cuando, consecuente con la idea de que el arte hace parte del mundo y que solo basta mirar de otra manera, llega a montar sus exposiciones sin nada bajo el brazo.

"Me bajé del bus y vine a exponer en Casas Riegner. Por eso usé muchos elementos de aquí", dice como si nada. Los galeristas se quedan lívidos cuando lo ven aparecer sin obra: "Llega sin nada y a uno le da un 'yeyo'", dice Casas, que -quien lo creyera- ahora respira aliviada cuando ve su juego de iluminación de techo puesto en el piso, los zócalos a la vista y la pared rota.

"Nos acostumbraron a ver el mundo y las cosas en función de algo, por eso no vemos lo demás", comenta Dueñas, que recogiendo aquí, pintando allá y desbaratando lo que se supone tiene una función clara, propone otra forma de ver el mundo.

"Usted ve ese balde (señala uno con agua de trapeador) y ve una forma, unas burbujas, el agua se ve a través del plástico, que tiene muchas líneas (por el uso). Ese balde tiene una total relación con lo que hay en el Louvre, pero es nuevo", explica.

Con Dueñas pasa algo curioso, por muy rápido que hable -es bastante veloz a ratos-: da la impresión de que por lo menos la mitad de lo que piensa no alcanza a salir a tiempo. Comprensible si se tiene en cuenta que para casi todos un balde es un 'cubo ' de agua.

"Para mí, un balde es una entidad estética. Me refiero a que la estética se nota cuando sientes que en un objeto hay algo, pero no sabes qué. No es el artista el que sabe, es la obra la que sabe. Por eso, en lo que hago no hay razón ni intuición, pues para mí el arte es una experiencia de lo físico. La creatividad tiene que ver con la existencia. Uno no puede decir que no hace una obra porque el galerista no lo deja o no se vende".

Inamovible en ese criterio, se siente más un instrumento que un creador. Alguien que muestra. Por eso, finalmente dice: "El mundo te regala todo. Uno verá si lo goza o no, pero yo creo que hay que compartir esto".

Galería Casas Riegner. Calle 70A No. 7-41. Teléfono 249 91 94

DIEGO GUERRERO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO


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